Si miras la investigación en ciencias políticas y psicología política que rastrea los sentimientos de las personas hacia su propio partido en comparación con el partido opositor, el patrón histórico es claro. Durante la mayor parte de la historia estadounidense, las personas tendían a sentirse más positivamente hacia su propio partido que negativamente hacia el otro. En otras palabras, si eras demócrata, te gustaban más los demócratas que odiabas a los republicanos, y viceversa. Pero en la última década, esa dinámica ha cambiado. Hoy en día, muchas personas no votan porque apoyan fuertemente a su propio partido, sino porque odian al otro.