La verdad no se puede predecir. Quienes recorren su camino son seres impredecibles. No puedes confinarlos dentro de los límites de tu percepción. Te sorprenderán. Desafiarán tu ignorancia. Te harán preguntarte si están locos o tú. Como no admitirás tu propia locura, los etiquetarás en su lugar, dándoles nombres y juicios para proteger tu frágil proyección de la realidad, la que te alimenta con una dosis diaria de consuelo.