🇧🇷 SI PENSABAS QUE AMÉRICA TENÍA LAWFARE... BRASIL ACABA DE DAR UNA CLASE MAGISTRAL La audiencia de hoy se suponía que iba a ser un juicio de alto riesgo por las acusaciones de que antiguos funcionarios de la era Bolsonaro conspiraron para anular las elecciones de 2022, pero todo se desarrolló como algo completamente distinto en el momento en que los jueces tomaron asiento. El abogado defensor Jeffrey Chiquini intentó reproducir un vídeo, una prueba básica, y la sala se rompió en cuanto tocó la pantalla. El juez Flávio Dino ordenó a la policía judicial que lo retirara del atril a mitad de la frase, no por desorden, sino por atreverse a mostrar algo que el tribunal había decidido previamente que el público nunca vería. Cuando la sala de un supuesto tribunal democrático se comporta como un tribunal de farsa, y se destituye abogados para impedir que se muestren pruebas, el proceso deja de ser justicia y pasa a ser la aplicación de una narrativa. Los 6 acusados enfrentan acusaciones enormes, pero las pruebas clave siguen selladas, ocultas o filtradas a través de las propias interpretaciones de los jueces, lo que significa que los cargos son dramáticos mientras que las pruebas permanecen convenientemente fuera de la vista. Uno de ellos, Filipe Martins, se quedó viendo cómo su defensa era cerrada, sabiendo perfectamente que si la prueba de su abogado está prohibida, el veredicto ya está escrito. Todo este lío es precisamente la razón por la que Trump ya ha sancionado a varios jueces brasileños por corrupción, porque lo que ha pasado hoy no es el comportamiento de un tribunal que protege la democracia, sino el comportamiento de un tribunal que se protege a sí mismo. El momento de hoy no fue perder el control, fue una demostración de él. El tribunal demostró que puede silenciar a la defensa cuando lo desee. Y una vez que un tribunal puede hacerlo abiertamente, el juicio deja de ser una búsqueda de la verdad. Es una representación con un final predeterminado.