¿Por qué es común estar emocionado por comer, solo para pensar en otra cosa después de unos bocados (y así no disfrutarlo mucho)? Sencillo: la evolución no se optimizó para la felicidad, sino para la supervivencia de los genes. Si estamos comiendo, el trabajo está hecho. Rebélate contra la evolución apuntando a disfrutar cada bocado.
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